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[Once meses sin aportar nada es demasiada vaguería. Quizá lo dejé porque lo que leo no suele estar en las mesas de novedades. ¿Qué importa?, me he dicho esta mañana. Esto es algo íntimo. Todo lo más, para curiosos].

lunes, 18 de abril de 2011

día 1969. “The Corrections”, de Jonathan Franzen, y el “Diario de una traducción”, de Ramón Buenaventura (IX)

Esto se alarga, tiene interés para los muy especializados y conviene terminar el Diario  y las referencias a la novela. Veamos cuántos capítulos del Diario puedo incluir en la extensión habitual. Quizá lo mejor sea terminar el Diario y la novela, no demasiado atractivos para la mayoría, en este semana de vacaciones. Quien se interese, siempre podrá leerlos todos a la vuelta.

DIARIO

Capítulo XXXII

Dice, de una frase que «es de una complicación rayana en el rebuscamiento, pero que, con paciencia de traductor resignado, puede irse poniendo en español sin gran desdoro». Ni siquiera la pongo, como tampoco la primera. Solo lo que dice de una auténtica pesadilla para un traductor: “you saw a travesty of grids”. La negrilla, la he puesto yo.

Única duda auténtica: ¿qué diablos es eso de «travesty of grids»? No creo que lo haya entendido ningún lector de habla inglesa, tampoco: grid es rejilla o cuadrícula y —bueeeno—, echándole imaginación, podríamos sostener que las olas del mar representan una cuadrícula desordenada y caótica, o, en otras palabras: «una parodia de coordenadas», si queremos que el lector se entere de algo... «Six fathoms under» es «bajo seis brazas de agua», claro. En la frase siguiente hay un «eje de zeta» que corrobora la metáfora.

Capítulo XXXIII

Dos párrafos: el primero es para lamentar (sin notas no es posible remarcarlo) que “«glass of fashion» es referencia a Hamlet («the glass of fashion and the mold of form», dice Ofelia en el acto III”. El segundo, que es el que copio, tiene gran interés porque marca un “estilo” del autor: que cada personaje habla con metáforas extraídas de su profesión. La frase final entre paréntesis, impagable.

She was pregnant and trading up in cup size, A to B and eventually even C, Chuck guessed, by the time the baby came. Like some municipality’s bond rating in a tailspin. Chuck se ha metido en lujurias y está calculando cómo le se le incrementarán los pechos a Enid según adelante su embarazo: de talla en talla, a partir de la más pequeña. Ya, pero ¿qué tienen que ver las tallas de sujetador con los bonos municipales? A estas alturas —hemos rebasado la mitad del libro—, el traductor sabe que los personajes siempre hablan según las jergas de sus oficios, de modo que este Chuck, técnico financiero, no va a ser excepción. La comparanza que se le ocurre es un pelín estremecedora, pero expliquémosla: ciertas entidades financieras evalúan el grado de fiabilidad de los bonos y les ponen letras: AA (muy fiable), A (menos), B (vamos cayendo), C (no lo toque usted ni con un palo de diez metros). Cuando un bono municipal va ganándose la confianza de los inversores, es como si tuviera un viento de cola que lo va haciendo subir de letra. Uno puede poner verdaderos aludes de reservas a una imagen así —incluso que está al revés, porque los bonos pasarían de C a A y los pechos de A a C—, pero no cabe negar lo que el propio autor explica. (Porque, claro, ninguno de los traductores europeos entendimos el asunto, y hubo que acudir al autor.)

Capítulo XXXIV

Dos párrafos: el primero para lamentar el trabajo de traducir términos bursátiles que no se usan en español. Pongo el paréntesis final por la ayuda que contiene para cualquier traductor que se vea en estas. El segundo párrafo, lo copio entero. Él mismo dice que lo ha escrito para que lo admiremos.

(Por si alguno de ustedes se ve condenado a este tipo de traducción, sin ser especialista del ramo, aprovecho para recomendarles esta dirección de Internet:
http://www.investopedia.com/dictionary/. Es un excelente diccionario del inglés financiero, pero, claro, no trae equivalencias a ningún otro idioma.)

... and your Jews with their circumcised putzes and gefilte fish like pickled turds, and your Wasps with their Cigarette boats and runny-assed polo horses and go-to-hell cigars? Confieso que incluyo este fragmento con la única y exclusiva intención de que me admiren ustedes un poco, la verdad, porque observen qué traducción: «Y los judíos, con sus nabos circuncidados y su delicias de pescado relleno como zurullos en vinagre, y los blancos anglosajones protestantes, con sus barcos estilizadísimos y sus ponis de polo con el culo poco hecho y sus cigarros puros de que te den morcilla» (es decir: de «me importa un bledo que te moleste el humo»). Pero, una vez alcanzado el objetivo, no olvidemos el dato fundamental, que nos proporciona el autor: George Bursh tenía en Maine uno de esos «Cigarette boats», largos y finos.

Capítulo XXXV

Lo copio entero: terrible traducir así; con todo: algo se queda fuera, como confiesa al final:

And the Chinese, man, those creepy-ass weird-name vegetables like homegrown dildos somebody forgot to wash after using, one-dollah, one-dollah, and those slimy carps and skinned-alive songbirds, and come on, like, puppy-dog soup and pooty-tat dumplings and female infants are national delicacies, and pork bung, by which we’re referring here to the anus of a swine, presumably a sort of chewy and bristly type item, pork bung’s a thing Chinks pay money for to eat? What say we just nuke all billion point two of ’em, hey?
He aquí un párrafo que sería inolvidable si no hubiera otros varios como él en la misma sección del mismo libro. Se tradujo así, eludiendo a veces la literalidad: «Y los chinos, tío, siempre con el culo por el suelo y llamándose cosas raras, que son como consoladores vegetales cultivados en casa, recién usados y sin lavar. Un dólal, un dólal. Y esas carpas viscosas y esos pájaros cantores despellejados vivos, bueno, el colmo, la sopa de perrito y las albóndigas de gatito. Y se comen a las niñas recién nacidas, en plan délicatesse nacional. Y el intestino ciego de los cerdos, entiéndase bien, estamos hablando del ano de los cerdos, todo correoso y todo lleno de pelos. Los chinos pagan por comerse el ano de un cerdo. ¿Qué tal si les tiramos una bomba atómica y nos cargamos enterito el uno coma dos millones de chinatas?». Problema: según vimos luego, por la respuesta del autor a un su traductor, «pooty-tat» es —sí, en efecto— «pussy cat» mal articulado por un infante, pero, además, hay en la palabra una picardía sexual gordísima, porque «pooty-tang» es vulva en alguna jerga. Albóndigas de coñejito, vaya. Casi todo puede traducirse, pero hay que caer en la cuenta, ¿verdad?

Capítulo XXXVI

Este merece también copiarse entero, por sí mismo y porque describe lo arduo de la traducción, sobre todo cuando no se está totalmente de acuerdo con el Dios-Autor.

Viene a continuación, dentro del largo párrafo a que pertenece la detestación de los chinos arriba copiada, un sano ejemplo de ambigüedad; les toca ahora a las mujeres, a los homosexuales, a los mediterráneos, a los franceses y a los, llamémosles así, trabajadores manuales:
And let’s not forget about women generally, nothing but a trail of Kleenexes and Tampaxes everywhere they go. And your fairies with their doctor’s-office lubricants, and your Mediterraneans with their whiskers and their garlic, and your French with their garter belts and raunchy cheeses, and your blue-collar ball-scratchers with their hot rods and beer belches (...).
Pero la duda patafísica solo se plantea en el caso de los «blue-collars». ¿Qué son esos «hot-rods» que se les atribuyen? El traductor italiano pregunta, recatadamente: ¿motores forzados o pollas calientes? Y el autor responde: «motores»; pero bien podría haber sido lo otro, sin duda alguna, porque rod —como perfectamente sabe cualquier lector del consultorio sexológico de Xaviera Hollander y otros grandes textos de los setenta— es una de las muchas palabras que a veces significan cock o prick en inglés. Y, además, estamos diciendo que estos dignos trabajadores se rascan los testiguillos (son «ball-scratchers») y lanzan eructos cerveceros («beer belches»), de modo que ¿cómo no considerar lógica, en medio, la referencia a sus apéndices reproductores? No, sin embargo: un «hot rod» es uno de esos automóviles retocados que sus dueños han sometido a varias operaciones de cirugía antiestética, hasta convertirlos en objetos no del todo compatibles con la concordia humana. Solaz para esa pobre gente marginal y —por culpa del propio sistema que la genera— irrecuperable, que sus compatriotas ricos denominan basura blanca, «white trash».
En esta línea, no se pierdan la definición de las mujeres, que van dejando «un reguero de Kleenex y de Tampax por dondequiera que pasan».

Capítulo XXXVII

Vamos con el segundo párrafo, pleno de la ironía contra tan rebuscado autor.

Here Hibbard raised his eyebrows and whistled a few bars of a melody that his faux-disingenuous smile robbed the tune of... He aquí un buen ejemplo de frase que puede desanimar a cualquier traductor honradísimo y, no obstante, dejarlo al mismo tiempo indiferente. No estamos en el mundo para enmendarles la planilla a los autores, ni para desconfiar de la inteligencia del lector. Si el novelista considera que una frase así puede y debe entenderla su receptor, en inglés, pues ándale no más, en español: «Sobre estas palabras alzó Hibbard las cejas y chifló unos cuantos compases de una melodía que perdió la entonación, por culpa de la sonrisa de falsa desingenua». Claro que podríamos haber añadido «cinematográfica», pero habría sido explicar demasiado, y recuérdese que teníamos instrucciones de no incurrir en semejante pecado.


Capítulo XXXVII

Este capítulo lo copio entero, porque Buenaventura queda contento del desafío y de cómo lo ha sorteado; pero también, porque explica, en una lista de viñetas con letras, la solución de cada caso. Además, porque van seis capítulos y quedan así otros dos grupos de seis: ¡Perfecta distribución!

In her bedroom, on his knees, he planted his thumbs on her hipbones and pressed his mouth to her thighs and then to her whatever; she felt returned to a childhood world of Grimm and C. S. Lewis where a touch could be transformative. His hands made her hips into a woman’s hips, his mouth made her thighs into a woman’s thighs, her whatever into a cunt. These were the advantages of being wanted by someone older—to feel less like an ungendered marionette, to be given a guided tour of the state of her morphology, to have its usefulness elucidated by a person for whom it was just the ticket...

Fragmento demasiado sexualón, quizá, para lectores castos, pero muy interesante por las dificultades que plantea. Reproduzcamos primero la equivalencia española: «En el dormitorio, puesto de rodillas, le plantó los pulgares en los huesos de la cadera y le apretó la boca contra los muslos y luego contra la cosita: se sintió devuelta a la infancia, al mundo de los Grimm y de C. S. Lewis, donde un solo contacto podía transformarlo todo. Las manos de Don convirtieron sus caderas en caderas de mujer, sus muslos en muslos de mujer, su cosita en coño. Ahí estaba la ventaja de ser deseada por alguien de más edad: no sentirse tanto como una marioneta sin género, tener un guía que le enseñara las fincas de su propia morfología, descubrir su eficacia por medio de una persona para quien todo aquello no era más que lo justo y necesario». Obsérvese que:
a) Convertimos «her whatever» («su lo que sea eso», expresión que utiliza la madre de este personaje femenino) en «su cosita».
b) No aclaramos quién pueda ser C. S. Lewis, escritor no famosísimo entre los hispanohablantes, pero de índole suficientemente aclarada por la mención «devuelta a la infancia» y por la anterior referencia a los Grimm.
c) Renunciamos a seguir al autor en su «transformative» con un transformativo que está en el DRAE (no vamos a negar ahora la gramática transformativa, ¿verdad?), pero cuyo rebuscamiento dejaría al lector sin aire que respirar.
d) Cambiamos «to be given a guided tour of the state of her morphology», quizá con mucha osadía, por «tener un guía que le enseñara las fincas de su propia morfología». No vimos modo de meter, sin incurrir en ridículo, la «visita guiada» del original.
e) Y eludimos la trampa del «ticket», muy peligrosa aquí (dada la cercanía de la «visita guiada», era fácil pensar que la palabra significaba ‘billete’, ‘entrada’). «That’s the ticket» significa ‘eso es lo que hay que hacer’, ‘eso es lo necesario’.
Un bonito párrafo, un agradable desafío.
 

Jonathan Franzen, Las correcciones; traducción de Ramón Buenaventura. Biblioteca Formentor, Seix Barral, abril de 2002
Ramón Buenaventura, Diario de un traductor: I a L, publicado en la sección El trujamán del Centro Virtual Cervantes entre el 29 de enero de 2003 y el 29 de abril de 2004


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